Ante la más que inminente repetición de la convocatoria de elecciones generales, los partidos políticos toman posiciones. Los más de cuatro meses transcurridos desde que el 20 D la población diese el mandato de llegar a un acuerdo, no han servido más que para evidenciar la incapacidad de los partidos, con posibilidad de gobernar, para legar a un acuerdo de investidura. El PSOE, una vez más, ha obviado la posibilidad de hablar con la izquierda y ha preferido refugiarse bajo el manto naranja de Ciudadanos, abanderando un acuerdo que no conduce a ninguna parte.
Los años en los que pensábamos que se necesitaba una izquierda fuerte, para obligar al PSOE a virar hacía unas políticas más progresistas, mucho más sociales, quedaron atrás, muy atrás. Ya, con Felipe González en la presidencia del gobierno, IU vio la necesidad de que se produjese el sorpasso, es decir, superar al PSOE y convertirse en la primera fuerza de izquierdas del país y con aspiraciones reales de gobernar.
En aquellos momentos IU alcanzó un 16% en las generales y el pánico cundió entre las filas de los de Felipe González. Fue entonces cuando, en vez de conseguir un giro a la izquierda de los socialistas, se consiguió el efecto contrario. Felipe González buscaba refugio en las políticas conservadoras de CIU y PNV y lanzaba la consigna, desde las filas del PSOE, de desmantelar a IU y a ser posible, llevarla a su desaparición. Los ataques del PSOE hacia IU fueron furibundos. Así fue como se fraguó el mensaje de la famosa pinza entre IU y PP. Si, la misma consigna que ahora están lanzando contra Podemos, y abriendo el partido al ala más próxima al PSOE de aquella IU (López Garrido, Cristina Almeida...). Esto último lo aprendió Iglesias que intentó desarticular los cuadros de mando de IU con la aspiración de lograr aquello a lo que Felipe aspiró en su día.
El partido socialista logró su objetivo, entre otras cosas porque dos infartos apartaron a Julio Anguita de la primera línea de acción, y dejó a IU sin una dirección clara y con una deriva peligrosa. IU se convirtió en la muleta del PSOE, algo que muchos no logramos entender jamás. El tiempo nos dio la razón. IU perdía contacto con la calle y su presencia en las instituciones se veía reducida de forma considerable. Votar a IU, para mucha gente, era sinónimo de votar al PSOE y por tanto, el voto útil acababa siempre en la casilla de los socialistas.
Tras ocho años de crisis la realidad ha demostrado que, a pesar del 15M, a pesar de la aparición en la escena política nacional de Podemos, a pesar de que estos han obtenido un resultado importante, nada ha cambiado. Al PSOE no le bastan ni 42 ni 60 diputados a su izquierda para obligarlo a firmar un pacto de legislatura que saque al país de las políticas de recortes y lo sitúe en otra dinámica , generadora de empleos de calidad, recuperadora de servicios privatizados por PP y PSOE, con una fiscalidad progresiva y justa, en la que paguen más quienes más tienen, con un programa de transformación social que devuelva a la ciudadanía los derechos que le han sido usurpados y que nos ponga en el mapa europeo como un país antimilitarista y anticapitalista, en el que los derechos humanos y los derechos sociales están por delante de los intereses de las grandes multinacionales y de los grandes bancos. No queremos otro gobierno reformista, necesitamos un gobierno valiente y de ruptura.
Lo triste de esta situación es que IU y Podemos tengamos que ponernos de acuerdo para hacer un frente común que gane las elecciones y que, aquí viene el drama, obligue al PSOE a pactar con la izquierda. El partido socialista ya hace tiempo que se quitó la careta, que abandonó la ambigüedad que durante años tuvo engañado a buena parte de su electorado.
Me pregunto qué mueve, a estas alturas, al votante de izquierdas del PSOE, a seguir respaldando a un partido que ha gobernado con pactos con PNV, CIU, Coalición Canaria y que ahora tiene cerrado un pacto con Ciudadanos. Un partido que nunca ha visto en IU a un posible aliado, como tampoco lo ve ahora en Podemos. Un partido que se ve muy cómodo gobernando con la derecha y que tiene a una gran parte de sus dirigentes pidiendo públicamente un pacto con el PP.
Nuestro reto debe ser ese precisamente ese, aunar fuerzas y descabalgar al PSOE de su posición actual, obligarlo a votar a la izquierda, y ello solo será posible si conseguimos, a través de las urnas, llevarlo una posición de debilidad tan grande que les haga temer su desaparición.
¿Qué sentido tiene seguir votando a un partido que es como Ciudadanos, que ha aceptado el 80% del programa del partido de Rivera?. Ese PSOE no nos sirve, no es útil, no transforma la realidad actual en una más igualitaria, al contrario, ahonda en las desigualdades sociales, se conforma con hacer leves reformas que no molesten a los poderes oligárquicos y que le continúen sirviendo de maquillaje ante su electorado. El enemigo es el PP, pero el gran escollo, el gran obstáculo es el PSOE.
Los años en los que pensábamos que se necesitaba una izquierda fuerte, para obligar al PSOE a virar hacía unas políticas más progresistas, mucho más sociales, quedaron atrás, muy atrás. Ya, con Felipe González en la presidencia del gobierno, IU vio la necesidad de que se produjese el sorpasso, es decir, superar al PSOE y convertirse en la primera fuerza de izquierdas del país y con aspiraciones reales de gobernar.
En aquellos momentos IU alcanzó un 16% en las generales y el pánico cundió entre las filas de los de Felipe González. Fue entonces cuando, en vez de conseguir un giro a la izquierda de los socialistas, se consiguió el efecto contrario. Felipe González buscaba refugio en las políticas conservadoras de CIU y PNV y lanzaba la consigna, desde las filas del PSOE, de desmantelar a IU y a ser posible, llevarla a su desaparición. Los ataques del PSOE hacia IU fueron furibundos. Así fue como se fraguó el mensaje de la famosa pinza entre IU y PP. Si, la misma consigna que ahora están lanzando contra Podemos, y abriendo el partido al ala más próxima al PSOE de aquella IU (López Garrido, Cristina Almeida...). Esto último lo aprendió Iglesias que intentó desarticular los cuadros de mando de IU con la aspiración de lograr aquello a lo que Felipe aspiró en su día.
El partido socialista logró su objetivo, entre otras cosas porque dos infartos apartaron a Julio Anguita de la primera línea de acción, y dejó a IU sin una dirección clara y con una deriva peligrosa. IU se convirtió en la muleta del PSOE, algo que muchos no logramos entender jamás. El tiempo nos dio la razón. IU perdía contacto con la calle y su presencia en las instituciones se veía reducida de forma considerable. Votar a IU, para mucha gente, era sinónimo de votar al PSOE y por tanto, el voto útil acababa siempre en la casilla de los socialistas.
Tras ocho años de crisis la realidad ha demostrado que, a pesar del 15M, a pesar de la aparición en la escena política nacional de Podemos, a pesar de que estos han obtenido un resultado importante, nada ha cambiado. Al PSOE no le bastan ni 42 ni 60 diputados a su izquierda para obligarlo a firmar un pacto de legislatura que saque al país de las políticas de recortes y lo sitúe en otra dinámica , generadora de empleos de calidad, recuperadora de servicios privatizados por PP y PSOE, con una fiscalidad progresiva y justa, en la que paguen más quienes más tienen, con un programa de transformación social que devuelva a la ciudadanía los derechos que le han sido usurpados y que nos ponga en el mapa europeo como un país antimilitarista y anticapitalista, en el que los derechos humanos y los derechos sociales están por delante de los intereses de las grandes multinacionales y de los grandes bancos. No queremos otro gobierno reformista, necesitamos un gobierno valiente y de ruptura.
Lo triste de esta situación es que IU y Podemos tengamos que ponernos de acuerdo para hacer un frente común que gane las elecciones y que, aquí viene el drama, obligue al PSOE a pactar con la izquierda. El partido socialista ya hace tiempo que se quitó la careta, que abandonó la ambigüedad que durante años tuvo engañado a buena parte de su electorado.
Me pregunto qué mueve, a estas alturas, al votante de izquierdas del PSOE, a seguir respaldando a un partido que ha gobernado con pactos con PNV, CIU, Coalición Canaria y que ahora tiene cerrado un pacto con Ciudadanos. Un partido que nunca ha visto en IU a un posible aliado, como tampoco lo ve ahora en Podemos. Un partido que se ve muy cómodo gobernando con la derecha y que tiene a una gran parte de sus dirigentes pidiendo públicamente un pacto con el PP.
Nuestro reto debe ser ese precisamente ese, aunar fuerzas y descabalgar al PSOE de su posición actual, obligarlo a votar a la izquierda, y ello solo será posible si conseguimos, a través de las urnas, llevarlo una posición de debilidad tan grande que les haga temer su desaparición.
¿Qué sentido tiene seguir votando a un partido que es como Ciudadanos, que ha aceptado el 80% del programa del partido de Rivera?. Ese PSOE no nos sirve, no es útil, no transforma la realidad actual en una más igualitaria, al contrario, ahonda en las desigualdades sociales, se conforma con hacer leves reformas que no molesten a los poderes oligárquicos y que le continúen sirviendo de maquillaje ante su electorado. El enemigo es el PP, pero el gran escollo, el gran obstáculo es el PSOE.
Porque el partido socialista, que en los últimos años ha perdido más de cinco millones de votantes, sigue obstinado en su error, sigue defendiendo al IBEX 35 por encima de las necesidades sociales, es un partido rehén de la derecha, un partido en el que sus máximos dirigentes acaban atravesando la peligrosa puerta giratoria para servir a las grandes empresas energéticas o a los grandes bancos.
La izquierda tiene una responsabilidad, una deuda pendiente con el pueblo, y es momento de saldarla. IU y Podemos deben caminar en la dirección correcta, desde el respeto, desde las diferencias que caracterizan a cada organización, desde el reconocimiento mutuo como fuerzas transformadoras que son o pretenden llegar a ser, desde el respeto a la autonomía del otro, pero poniendo los programas sobre la mesa y buscando los puntos de encuentro que sirvan
para transformar la triste realidad social que vivimos.
Nadie puede eludir su responsabilidad. En IU tenemos que dar un paso al frente y caminar sin miedo. En Podemos tienen que aceptar que sin nosotros jamás lograrán el objetivo común y que para ello se produzca, deben abandonar el discurso del menosprecio, la política de fichajes en el seno de IU y comenzar a buscar puntos de encuentro para que ambas organizaciones podamos trabajar para derrotar al verdadero enemigo, las políticas de derechas, vengan del PP, de Ciudadanos o del PSOE.
para transformar la triste realidad social que vivimos.
Nadie puede eludir su responsabilidad. En IU tenemos que dar un paso al frente y caminar sin miedo. En Podemos tienen que aceptar que sin nosotros jamás lograrán el objetivo común y que para ello se produzca, deben abandonar el discurso del menosprecio, la política de fichajes en el seno de IU y comenzar a buscar puntos de encuentro para que ambas organizaciones podamos trabajar para derrotar al verdadero enemigo, las políticas de derechas, vengan del PP, de Ciudadanos o del PSOE.
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